29 mayo, 2007
PARA UNA TEORÍA DEL ESPACIO
No me creía capaz de desenredar aquella maraña de intenciones predeciblemente fallidas; una pequeña ventanita de luz me hizo recapacitar. Escalé torpemente hasta el salón; allí, todavía dubitativa, empecé a intuir las soluciones, de un salto me planté en la boardilla, donde pude observar, al fin, el mundo desfilando ante mis ojos
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