Yo pensaba que mi mitomanía había terminado el día en que , después de pasarme durmiendo dos días en la puerta de Bernabeu, acabó el concierto de Operación Triunfo (edición 1) (valórese mi valentía al confesar esto; porque hoy en día no dice mucho de mí). En fin, que hoy he descubierto que tal tendencia no había desaparecido sino que se ha metamorfoseado. Comencé asistiendo al acto de clausura de un seminario de poesía en homenaje a Luis García Montero en la UAM. Yo había quedado más que contenta con oírle recitar un par de poemas suyos. Pero más tarde en la sobremesa, mi amiga Tere, a quien admiro por su alta sociabilidad, prosiguió de la siguiente manera:
- Ésta es Tamara, también estudia filología y escribe poesía.
Entonces yo, desde mi mínima inferioridad le dije: - se hace lo que se puede. Él me dio dos besos y me dijo que encantado de conocerme, a lo cual yo le respondí que el placer (por supuesto) era mío.
Esta vez no hubo gritos histéricos ni lanzamientos de cartas de amor deshonestas; esta vez hubo una profunda admiración y el orgullo de haber robado dos segundos a alguien que hace algo de verdad.
¿Será que he madurado? Qué miedo!
17 abril, 2008
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